De repente me levanto después de dos horas mínimas de sueño. La noche anterior fernet, porro y besos en el baño o caminando descalza a la estación de servicio.
Llega el bautismo de mi sobrino, con anteojos grandes y oscuros, y después el trabajo...
La ficcionalidad se me empieza a escapar del cuerpo como siempre, de a poco, de a gotitas, Y yo empiezo a quedar vacía, inactiva, hueca. Se traduce en La Casa, que nos muestra restos de lo que fue El Comité con tazas sucias y manchadas de café o papelitos escondidos en las grietas de alguna pared. Empiezo a extrañar y la vida cotidiana me obliga a hablar del clima o de la actualidad como si fueran cosas importantes, mientras yo no puedo dejar de pensar en subirme a un avión o darte besos con risas para siempre.
Ninguna de todas esas cosas llega. Me resigno, me pongo el delantal verde y salgo a vender café; convencida, igual, de que de acá a un par de vueltas de naranjo todo vuelve, los besos y los aviones también.
Ingen kommentarer:
Send en kommentar