Y al final llegamos a una ciudad que parecía más chiquita de lo que es, a caras conocidas y caras no tanto, a mucha mugre en un galpón y recuerdos lindos.
Dormimos en lugares inhóspitos como siempre, comemos mal, tomamos mates en cantidades industriales (y me preocupo por secar yerba porque no sé si esta vey me va a alcanzar).
Arranca otra performance, en esta me llamo Sonia.
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