Foto(grafiar).

En algún momento del año pasado, acomodando un negativo en la placa de la ampliadora, renegado con el metal, cuidandome de no rayarlo (demasiado) y de no desencajar toda la lámpara, un "¿quién lo hubiera pensado?" me atravesó la cabeza.
¿Quién hubiera imaginado que los senderos de mi vida se iban a bifurcar por el lado del contemplar? Para mí la fotografía es eso. La contemplación.

Cuando uno fotografía está en el mismo plano que el resto de la gente y al mismo tiempo en otro plano; en un plano de contemplación, de observación profunda. Un plano en el que el tiempo se enlentece y los sonidos se transforman, se alejan, dejando que las formas, los colores y la luz envuelvan ese ojo externo que es la cámara. Y uno, atrás, se vuelve mago. Juega con la luz, la agarra, la suelta, la deja hacer.

Y después, si tuviste la suerte de usar una película, está la aventura del copiado. La forma instantánea y mágica con la que aparece la imágen en la hoja blanca. La escasa luz roja y el olor a químicos que queda en el pelo. El descuido de las tiras de prueba.

En algún momento del año pasado, en el laboratorio que habíamos armado a medias en el bañito de arriba, tapando la ventanita cuidadosamente con bolsas de consorcio, un "¿quién lo hubiera pensado?" me atravesó la cabeza. Y una décima de segundo después entendí: la magia es lo que me trajo hasta este cuartito oscuro lleno de imágenes. La magia y la contemplación.

"The camera makes you forget you are there. It's not like you are hiding but you forget; you are looking so much."

— Annie Leibovitz