Por la ventanilla entra ese halo débil de sol de invierno... es una línea recta perfecta, cae sobre el rodete inmenso de la chica del frente.
Murmuro la melodía en voz no tan alta.
Tengo demasiada suerte: puedo mirar, puedo escuchar y puedo decir. ¿Qué más se puede pedir?