Overflowing.

Hace exactamente una semana, me levante temprano con todas las pilas, me bañé y me sequé el pelo, desayuné con mi vieja, y me fui a cargar la tarjeta del colectivo.
No, no tengo carga.
Caminé dos cuadras para comprar cospeles.
No, no tengo cospeles.

Y me largué a llorar.
La chica de la estación de servicio se quedó muda de la sorpresa, pero yo no podía parar... era como un río que se me salía para afuera. Un río de nada que brotaba en la boca del estómago y no paraba jamás... me hacía temblar, me cortaba la respiración, me mojaba toda la cara y el cuello... seguía llorando.
Lloré como hacía mucho que no lloraba. Lloré y llorando pedí un cospel en la parada del colectivo. Lloré cuando me dieron el boleto. Me senté. Y seguía llorando.
Cuando llegué a la puerta de mi trabajo, me miré en el vidrio del edificio vecino. Me sequé los ojos colorados, respiré hondo, y entré a trabajar.

Así las cosas, una semana después cuando llego a la puerta de mi trabajo, me miro en el vidrio del edifcio vecino, respiro hondo, trato de controlar el río, y entro a trabajar.