B. (Puente | Casa)

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A veces buscamos puentes en lugares imaginarios y no nos damos cuenta de que el espacio es diferente.
Lo peligroso es forzar los puentes. Los puentes surgen de la nada, son espontáneos como un arco, un río, un suspiro. Y de repente el puente se alza inesperadamente entre otras personas, y se escrbe en la palma de una mano o en una llamada telefónica.
Entonces pasa. Aunque pasa con los equivocados, pasa. Y cuando sucede, nos dibuja una sonrisa en la cara como un puente. Un adorable puente que nos deja a la espera.
A veces uno espera demasiado, busca demasiado. Intenta puentes con todas las ganas, con los deseos, desea.
Quiero tu puente, un puente, entre los dos.

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El frío incalculable y la ropa en capas semimojada por el aguanieve que caía a las tres y media de la mañana me ataban a aquel cartel blanco y azul mientras se sucedía un beso de película en la esquina del edificio.
Yo, lloraba.
Quien te dijo que irse es fácil? Que volver se da, así como así?
Con más de 18 kilos de casa a cuestas me subí al taxi y me fundí en el abrazo más sincero que cualquiera pudiera darme en ese momento, porque el nudo en el pecho era el mismo; como si lo hubiera atado Lucía... tirante, sadomasoquista, impenetrable.
Y cuando te volvés? La pregunta retumba apenas alguien me ve en mi casa mediterranea.
No sé, te digo que no sé! Por ahora me lleno los sentidos de música y la piel de sol, porque todavía está fresquito y no me mata el calor.
Es el azul de mi pasaporte lo único que me preocupa.