Inhalo-Exhalo.

Arrancó mi semana como cualquier otra semana, pero si esa cualquier otra semana le sumás mil cosas para hacer, setecientas cuarenta y tres personas para llamary ocho o nueve juntadas pendientes.
El martes escribí un mail , rogué que su receptor lo respondiese y todavía estoy acá entrando a gmail unas cuatro o cinco veces por hora. Nada. Inbox empty. Me pone triste. Triste así thinking about you kind of way... esa forma silenciosa e inevitable que lo caracteriza.
Tengo una propuesta de trabajo, pero no sé si quiero trabajar. Quiero trabajar pero no quiero. Mamá Lili diría entonces que "no quiero"... pero no es tan así. Ponele que quiero trabajar, pero ¿ahora? ¿ya? ¿con horarios de oficina? ¿en el barrio de las gallinas? Ay que se yo, me da miedito y no sé si quiero.
El miércoles me junté con tres mujeres excepcionales. Coca cola, tarta de choclo o zapallito y mucho hablar, mucho proyectar, mucho cuaderno rojo y esas cosas que me gustan. Que lindo, fue el highlight semanal, que me cagó una tormenta de viento haciendo que nuestra jornada que estaba en su punto álgido, acabara a la una de la mañana. ¡Habrase visto!
Y esta mañana, me levanto, tomo un poquito de sol (¡habrase visto! reloaded), pongo música y le paso el bichero a la pileta. Inhalo - exhalo, como me enseñaron alguna vez en San Telmo. Pienso en que me voy a hacer ensalada de repollo para almorzar y en que existe la posibilidad de que, a pesar de todo me amigue con el verano ¿sabés?