Untitled

Es como una mano.
Es una mano.
Una mano de lágrimas... que sube. Sube desde la boca del estómago y cuando llega a las cuerdas vocales aprieta. Aprieta. APrieta más... APRieta, APRIeta más fuerte, APRIEta más y más a medida que bajo los ojos por ese montón de letras en la pantalla... APRIETa, APRIETA.

Esa mano no es muy grande, pero sabe como hacerlo. Va agarrando una por una las cuerdas vocales, como sí cada una que tensa fuera un pinchazo en el medio del cerebro.
Miedo.
Miedo, y tristeza... y desilusión.
Y bronca.
Y la mano que APRIETA. Es invisible, pero como se siente... a veces lo que no se ve, duele más que lo que se puede ver. Y esa mano, que no para. No tiene piedad alguna. Tira más de lo que debe... más de lo que puede, hacia abajo... con toda la fuerza que encuentra.

Y de repente, suelta... suelta y se va para arriba y sale, tranformada. Es la metamorfosis de la mano en río... río de lágrimas, que resbalan por la cara y caen formando círculos en la remera verde de morley. Manchan el teclado, no me dejan ver lo que escribo.

Estas cosas no se hacen. A vos te lo digo, aunque no sepas que es a vos. No se hacen, no se juega así. Porque te llenás la boca hablando de frontalidad, y después te cagás en todo, y para todo.

Con esta Little Miss no se juega. Te pasaste.