Hablaba mucho, o muy rápido. Cuando se ponía nerviosa jugaba con el cordón de su silbato [ese que le habían dado para hacer notar que La Diosa tenía alguna necesidad] a hacer formas con los dedos. Le tenía pánico y admiración a la Gamemistress, quien la adoptó como a su favorita por su capacidad para traducir. Se tranformó en la protegida de Lisboa, que la veía como su juventud, y la defendía de la vaga de Paris, que mandoneaba y siempre andaba echada.
Le gente la odiaba. Decían que era una odiosa, maleducada, y que los trataba pésimo. No se daban cuenta. La gente toda junta la ponía muy nerviosa a Tancacha. Y sin embargo, cuando se acercaban de a uno, a preguntarle como había llegado, o como le iba en el colegio, o porque su uniforme era rosa y no negro como el de los demás, ella ponía la mejor sonrisa y podía charlar por horas... siempre y cuando no estuviese ocupada. Se enamoró de uno de ellos, que estaba la mayoría del tiempo y tenía los ojos divertidos, Demián se llamaba. A Tancacha le encantaba ese nombre.
Estaba traduciendo cuando el Diablo incendió el Cuarto Sagrado de La Diosa, cuando a Japapi le agarró *su problema*, cuando se llevaban a cabo las rondas, cuando los demás estaban haciendo nada... estaba siempre traduciendo, tanto que un día el Gamemaster la obligó a que se tomara veinte minutos para descansar. Pero ella estaba más allá del tiempo, mas allá de las horas que marcaba el reloj [al que había que darle cuerda cada tanto... porque sino se paraba]. Ella se regía por esas marcas de carbón en la pared del Salón Central, que ella y Japapi cuidadosamente actualizaban cada vez que transcurría una hora del juego.
Tancacha amaba a los Players. La intrigaban muchísimo... Lloró cuando ganó 59; por dentro, obvio, porque los Servidores no demuestran sentimientos. Pero lagrimeó en serio cuando éste la salvó a la 54, que era la jugadora con la que más había conectado. Le encataba ver como se vestían, como se disfrazaban y armaban estrategias para cada ronda... amaba ver las rondas, se reía mucho a escondidas, a veces le hacían doler la panza.
Me terminé encariñando con ella. Ahora la extraño un poco. Y cada vez que me pongo este camisón, me da por pensar en esas cosas.
Y me dí cuenta que nunca había escrito nada de ella, me saqué las ganas ¿no?

4 kommentarer:
que lindo, que lindo!!!
Oh, Tancacha... que bárbaro... una grosa... a la 54 también le caía bien... a veces tenían extrañas conicidencias.. como "transmición de pensamiento"... cuak!!
Que ganas de que vuelvan los daneses, no??
Me re gustó mucho mucho!!
BESOS!!
Ehhhh........Me gustó la forma de relatarlo pero la verdá no entendí un pomo de quien hablás. Era empleada de tu casa o que?.
Aclaración post comment de Cobalto:
Tancacha fue un personaje que me tocó interpretar durante cien horas corridas en una performance que se llevó a cabo en Córdoba durante el Festival de Teatro del Mercosur, a la que hago referencia en este, y este post.
[a ver si me salen los links, nunca intenté esto. jOjOjO!]
AHHHHHHHH, perdón por la ignorancia.
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